CAPÍTULO (XIII)
Presentación
“Huellas en el camino espiritual” (7)
Padres y
Doctores de la Iglesia (II)
Introducción
San Agustín de Hipona. Doctor. (354-430)
Nació en Tagaste (actual Argelia), en el África romana, el 13
de noviembre del 354. Su adhesión al dogma maniqueo se debió a su preocupación por el
problema del mal, que lo acompañaría toda su vida. Era la religión de moda en
aquella época. Los maniqueos presentaban dos sustancias opuestas, una buena (la luz) y otra mala (las
tinieblas), eternas e irreductibles. A San Agustín le seducía este dualismo y
la fácil explicación racional del mal y de las pasiones que comportaba, pues ya
por aquel entonces eran estos los temas centrales de su pensamiento.
Lee sin descanso a los clásicos, profundiza en los antiguos
pensadores y devora algunos textos de filosofía neoplatónica lo que debilitó
sus convicciones maniqueístas y
modificó su concepción de la esencia divina y de la naturaleza del mal. No
obstante, lo que le resultó definitivo fue escuchar con delectación los
sermones de San Ambrosio, arzobispo de Milán. A partir de la idea de que «Dios
es luz, sustancia espiritual de la que todo depende y que no depende de nada»,
San Agustín comprendió que las cosas, estando necesariamente subordinadas a
Dios, derivan todo su ser de Él, de manera que el mal sólo puede ser entendido como pérdida de un bien, como ausencia o no-ser; en ningún caso como sustancia.
En 387 se hizo bautizar por San Ambrosio y se consagró definitivamente
al servicio de Dios. En Roma vivió un éxtasis compartido con su madre, Mónica,
que murió poco después.
En el 391 fue ordenado sacerdote en Hipona por el anciano
obispo Valerio, quien le encomendó la misión de predicar entre los fieles la
palabra de Dios, lo que hizo sosteniendo a la vez enconado combate contra las
herejías y los cismas que amenazaban a la ortodoxia católica, reflejado en las
controversias que mantuvo con maniqueos, pelagianos, donatistas y paganos.
Hacia finales del 395, San Agustín fue nombrado obispo de Hipona.
El tema central del pensamiento de San Agustín es la relación
del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios.
Entre sus libros destacan: “los Soliloquios”, “las Confesiones” y “La ciudad de Dios”, extraordinarios testimonios de su
fe y de su sabiduría teológica.
Desarrollo
A
continuación presentamos sólo algunas de sus enseñanzas más breves:
-No es
Dios como un arquitecto que termina la casa, se va, y el trabajo permanece; por
el contrario, el mundo no podría subsistir ni durante un abrir y cerrar de ojos
si Dios le retira su apoyo.
-Se
aferran a su parecer, no por verdadero, sino por suyo.
-Quien no es tentado no
es probado, y quien no pasa por la prueba, no adelanta.
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-Dios ama a cada uno de nosotros, como si sólo
hubiera uno de nosotros.
-La medida del amor es amar sin medida.
-Verás la propia
luz, y serás purificado para ser capaz de llevarla.
-Vergüenza para la
desidia humana: tiene Él más ganas de dar que nosotros de recibir.
-Dos vidas, una se
desenvuelve en la fe, otra en la visión; significadas por Pedro y Juan.
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-Si
dieres el pan triste, el pan y el mérito perdiste.
-Con el
amor al prójimo, el pobre es rico; sin el amor al prójimo, el rico es pobre.
-Cuanto más crece la
caridad, tanto más disminuye el temor.
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-Enseñanza:
Pablo transformado. En el mismo momento en que no veía nada de este mundo, vio
a Jesús. Es un símbolo para los creyentes: los que creen en Cristo deben fijar
sobre él la mirada de su alma sin entretenerse en cosas exteriores.
-La
lengua ha expresado lo que ha podido; lo restante ha de ser meditado en el
corazón.
-Para
mantener vivo el deseo de Dios, debemos, en ciertos momentos, apartar nuestra
mente de las preocupaciones y quehaceres que de algún modo nos distraen de Él.
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-Si alguien vive fuera de la Iglesia,
no es del número de sus hijos; y no queriendo tener a la Iglesia por Madre, no
tendrá a Dios por Padre.
-Meditad bien vuestra respuesta y
elegid con toda libertad: Si confesáis los milagros de Jesucristo y de los
apóstoles, al hacerlo así confesáis que la religión cristiana es obra de Dios,
pues sólo Dios puede obrar milagros verdaderos.
-Dios no manda cosas imposibles,
sino que, al mandar, te enseña a que hagas cuanto puedes, y a que pidas lo que
no puedes.
-Tiene
más ganas Él de hacernos misericordia que nosotros de vernos libres de nuestras
miserias.
-Hombre,
despierta: para ti Dios se ha hecho hombre. Tú estarías muerto para la
eternidad si él no hubiera nacido en el tiempo.
-En el
cielo dicen "Aleluya", porque en la tierra han dicho
"Amén".
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-Mantén
la calma dentro de ti mismo. Deja de lado las disputas y dirige tu persona a la
oración. A cualquier injuria no respondas con otra injuria, sino ora por esa
persona.
-Si no quieres sufrir no ames, ¿pero si no amas para que quieres vivir?.
-Si no quieres sufrir no ames, ¿pero si no amas para que quieres vivir?.
-Aprueba
a los buenos, tolera a los malos y ámalos a todos.
-Buscad a Dios en vosotros, porque San Agustín confiesa que,
mientras buscó a Dios fuera de sí, no lo encontró. Buscadlo en vuestra alma.
-Primero
aleja de ti el odio y después podrás corregir al que amas
********
-Quien
no ha tenido que soportar tribulaciones es que no ha comenzado a ser cristiano
de verdad.
-Referid
a Dios todos los golpes que os hieran, porque el diablo mismo nada puede hacer
sin el permiso de Dios.
-No entones las alabanzas divinas sólo con la voz, acompaña también la voz
con las obras. Si cantas sólo con la voz, por fuerza tendrás al fin que callar;
canta con la vida para no callar jamás.
-Una
virtud simulada es una impiedad duplicada: a la malicia une la falsedad.
-La simulación de la humildad es la
más grande soberbia.
********
- Si
la fe falta, la oración es imposible. Luego, cuando oremos, creamos y oremos
para que no falte la fe.
-Tú
haz lo que puedas, pide lo que no puedes, y Dios te dará para que puedas.
-Toda
nuestra vida presente debe discurrir en la alabanza de Dios que, incluye la
alegría, la oración, el gemido. Es cosa buena perseverar, hasta que llegue lo
prometido; entonces cesará el gemido y subsistirá únicamente la alabanza.
-Las
lágrimas son la sangre del alma.
-La
paz constituye un bien tal, que no cabe desear otro más preciado ni poseer otro
más útil.
-El
Señor, ante la falta de compasión de los hombres, tiene necesidad de personas
que sufran con él.
-El
Espíritu Santo es el alma de nuestra alma.
-Dios
ha prometido la salvación eterna, la vida bienaventurada con los ángeles, la
dulzura de su rostro.
-Conocer
a Dios es amar a Dios.
-Cristo
es el Hijo del Hombre por causa nuestra y nosotros somos hijos de Dios a causa
de Él.
-En
Él somos tentados, en Él dominamos al diablo.
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FINAL: (varios también de san Agustín)
-María concibió
antes en su corazón por la fe que en su seno según la carne.
-Los hombres están
siempre dispuestos a curiosear y averiguar sobre las vidas ajenas, pero les da
pereza conocerse a sí mismos y corregir su propia vida.
-Si quieres conocer
a una persona no le preguntes lo que piensa, sino lo que ama.
Ref.- MAGNIFICAT
y otras fuentes. J L, Soldado del reino de Dios y Antonio López
Herrera