CAPÍTULO (XII)
Presentación
“Huellas en el camino espiritual” (6)
Continuamos enriqueciéndonos con la Tradición a través de la herencia
dejada por las personas que han destacado en su caminar por este mundo hacia el
Reino de Dios. A los Padres apostólicos y los del Desierto añadimos ahora los
Padres y Doctores de la Iglesia, empezando en este capítulo con una breve
descripción sobre ellos.
Advertencia
Prácticamente todos ellos son autores de
escritos, meditaciones, tratados, discursos, oraciones…) que por su extensión
consideramos inapropiado publicar aquí, por lo que siguiendo nuestro estilo
sólo haremos referencia a algunas breves cuestiones que, por su densidad,
pueden servirnos de enseñanza y ayuda.
Padres y Doctores de la Iglesia (I)
Introducción
Los Padres de la Iglesia
El título de “Padre de la Iglesia” está reservado
a personajes de la Antigüedad cristiana.
La Iglesia designa así a aquellos que en
los primeros 6-7 siglos de vida cristiana ilustraron la fe con sus escritos.
Las notas que caracterizan a un Padre de la Iglesia son cuatro: santidad de vida, doctrina ortodoxa, reconocimiento del
título por parte de la Iglesia, y antigüedad, que llega hasta el año 604
(Gregorio Magno) y el 636 (Isidoro de Sevilla) para la Iglesia occidental, y
hasta el 749-750 (Juan Damasceno) para la Iglesia oriental.
Los escritores de este periodo que carecen
de alguna de las notas mencionadas Son llamados “escritores
eclesiásticos”, por ejemplo: Tertuliano, Orígenes, Teodoreto de Ciro…
-Los grandes Padres
y Doctores latinos o de la Iglesia occidental son:
San Ambrosio de Milán, San Agustín de
Hipona, San Jerónimo y San Gregorio Magno, a los que siguen otros encabezados
por Hilario de Poitiers.
-Los grandes Padres y Doctores griegos o de la Iglesia oriental
son:
Atanasio de Alejandría, Basilio Magno,
Gregorio Nacianceno y Juan Crisóstomo.
Los Doctores/as de la Iglesia
“Doctor” es el título con el cual la Iglesia
católica subraya la importancia de aquellos santos que han contribuido de
manera relevante a profundizar la comprensión y la comunicación del misterio de
Dios y la riqueza de la experiencia cristiana. Este título se utiliza para
santos de cualquier época.
El primero que
presentó un listado de doctores de la Iglesia comúnmente reconocidos fue Beda el Venerable, en el s. VIII. -El
número de los doctores de la Iglesia supera la treintena (33), entre las que
están incluidas 3 Mujeres Doctoras de la
Iglesia, pues el Papa Pablo VI reconoció en 1970 el título de
doctor a Catalina de Siena y a Teresa de Jesús, y el Papa Juan Pablo II añadió
en 1997, a Teresa del Niño Jesús (Teresa de LIsieux).
Inicio
San Ambrosio de Milán. Doctor. (340-397)
“Siendo catecúmeno fue elegido, por aclamación,
Obispo de Milán”
Bautizó al que conocemos como san Agustín
Serie
“Flashes” – Enseñanza
-Dichosos vosotros
también que habéis oído y habéis creído; ya que toda alma que cree concibe y
engendra al Verbo.
-Cristo se digna
visitar a los que están expuestos a prueba y a las tentaciones, para que no
corran el riesgo de ser vencidos.
-Basta leer los
salmos para tener un remedio adecuado con qué curar las heridas de los
sufrimientos.
-La historia
instruye, la ley enseña, la profecía anuncia, la reprensión corrige, la
enseñanza moral aconseja; pero el libro de los salmos es como un compendio de
todo ello y una medicina espiritual para todos.
-Nada hay que haga
valer tanto al alma cristiana como la misericordia.
-La máxima gloria
de Cristo radica en insinuarse en el corazón de todos los hombres.
-Ninguno cumplirá
los preceptos divinos si no ama; y no sólo ha de amar; ha de amar mucho.
-Dichoso tú si
Cristo llama a tu puerta -que es tu fe-. Él se digna visitar a los que están
sometidos a prueba y a tentaciones a fin de que ninguno sucumba, vencido por
las dificultades.
-Abre tu
boca a la Palabra de Dios
-Ya no es necesario
luchar contra el cuerpo mortal, porque el mismo cuerpo mortal ha alcanzado ya
la victoria.
- En toda ocasión,
llevemos en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se
manifieste en nuestro cuerpo.
-“Señor, toma este
corazón de piedra, y dame un corazón de hombre: un corazón que te ame,
un corazón que se
alegre en ti, que te imite y que te complazca”.
-Somos herederos de
Dios y coherederos de Cristo, ya que el que posee el Espíritu de Dios se
convierte en hijo de Dios.
Contra la costumbre de aquellos tiempos, parece haber sido el
primero en realizar la lectura en soledad y en absoluto silencio, según
testimonio de san Agustín en el siglo IV, y según el historiador –Paul Zumthor-
asegurando que esa práctica parece no haberse extendido antes del siglo XV.
San Ambrosio impidiendo la entrada en la
basílica al Emperador romano Teodosio, al que había excomulgado por la represión violenta sobre los ciudadanos de Tesalónica.No levantará la excomunión hasta que
el emperador haga pública penitencia de su pecado.
Ref.- La
Biblia. MAGNIFICAT. Semanario católico Alfa y Omega. J L, Soldado
del reino de Dios y Antonio López Herrera