lunes, 29 de abril de 2013

“Temas varios”- La Paz interior



BUSCANDO ALCANZAR LA PAZ INTERIOR (IV)
Introducción
2ª etapa de “mi resurgir”
En este capítulo encontramos la importancia que para nosotros tiene, junto a la fe y la oración, la Palabra de Dios. Cuando se produce la conjunción de estas tres grandiosas fuerzas, ocurren maravillas como la que a continuación vamos a relatar.
-Habiendo hecho todo lo posible por asimilar lo que podía de lo que aquí se había ido presentando -con el resultado contado en el capítulo anterior-, continué haciendo las lecturas del día antes de salir de casa, según tengo por costumbre; pero un día, pidieron mi ayuda con tal urgencia que no pude hacerlas, y me llevé el librito que habitualmente utilizo. Una vez atendido el asunto urgente, y como pasaba por una Residencia de Mayores a la que acudo siempre que viajo por allí, entré. Tienen una Capilla donde hago oración ante el Sagrario.
-Pedí al Señor la ayuda que aún necesitaba, porque aunque ya dormía y descansaba en su paz, no se apaciguaba mi interior, que seguía en zozobra y agitación: (el “Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siem­pre agitado por las tempestades”, de la oración de San Agustín). Unido a ello, el temor ante los síntomas de mis males, que se producían inesperadamente, con la consecuente preocupación por la limitación que ello me suponía en el desarrollo de la misión de asistencia espiritual a los hermanos mayores de las ocho Residencias que venimos atendiendo el equipo de Pastoral misionera de la Parroquia.
Allí, ante el Sagrario, abrí el librito y la primera lectura correspondiente a ese día era esta:
Yo, el Señor, tu Dios te agarro de la diestra y te digo: No temas, yo mismo te auxilio”. (Isaías 41,13)
Me quedé, primero atónito por la sorpresa y después, releyendo, y cada vez más convencido de que era el Señor el que me hablaba desde el Sagrario a través de la Escritura, me llené de alegría y estuve aún no sé el tiempo dándole gracias y sintiendo en todo mi ser cómo había sido liberado de la situación tan negativa en que me encontraba. ¡Gracias, Señor!. Gracias, Gracias, estuve repitiendo durante un tiempo.
-Me incorporé a mis actividades notando en mi interior cómo se había iniciado aquel sosiego y tranquilidad pedidos, y desechando con celeridad las tentaciones del enemigo pretendiendo imponer de nuevo los recuerdos de las malas situaciones en un intento de hacerme perder la confianza en Dios. Yo combatía “agarrándome” a la promesa que el Señor me había hecho al hablarme desde el Sagrario. De esta forma se fue haciendo fuerte mi interior sintiendo SU auxilio, lo que me ha llevado a una paz y alegría para mí desconocidas hasta ahora.
Por ello, al sentirme tan bien, decidí aumentar mi trabajo con el equipo para seguir buscando y dando a conocer esa paz interior ya sentida, pero sabiendo que aún quedaba mucho camino por recorrer para conseguir consolidarla mediante una mayor entrega y una confianza más total en Dios; como supongo que les ha ocurrido a los santos, según encontramos en sus biografías.
-Las experiencias vividas y contadas en estos dos últimos capítulos me han servido de tanto como para poder proclamar que hoy estoy libre de todo lo que me atrapaba en la amargura y en el temor a no poder salir de aquella terrible situación, y que por ello puedo decir: ¿”Quien puede igualar la Misericordia de Dios, ni alcanzar su Poder”?. Y, también, como el Arcángel Miguel: ¿”Quién como Dios”?.
Como síntesis, hago mío el contenido del salmo 17 que incluyo al final de este capítulo.
David
Comentario general
Cada uno, en su experiencia religiosa, puede ir comprobando la importancia que tienen las lecturas que la Iglesia va presentando a diario sobre el A.T., los Salmos y el N.T., junto a la ayuda que se recibe de ello, y tanto más si al leerlas se meditan. Si se puede hacer ante el Sagrario, mejor, porque así aumenta la posibilidad de recibir la iluminación del Señor para entenderlas y su ayuda para asimilarlas.
Algo parecido puede decirse respecto al Catecismo de la Iglesia Católica, Concilio Vaticano II y a las enseñanzas y consejos contenidos en los escritos de autores consagrados.
Claro, para ello quizás haya que sacrificar algunas “otras cosas” a las que tanto tiempo le dedicamos, y que cada uno sabemos cuales son. Se trata de ir pasando -el que no lo haya hecho ya-, de una religiosidad de “cumplimiento” a un tratar de vivir como verdaderos hijos de Dios.

Completamos todo lo que llevamos visto sobre la búsqueda de la paz interior, añadiendo dos capítulos finales: “Cómo conseguirla” y “Cómo mantenerla”. 


Serie: “Salmos extractados”
SALMO 17
Me cercaban olas mortales, torrentes destructores me aterraban,
me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban los lazos de la muerte.
          En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios:
Desde su templo él escuchó mi voz, y mi grito llegó a sus oídos.
          En el peligro invoqué al Señor, y me escuchó

Serie: “Flashes”
Aquel a quien el Señor libere de sí mismo, éste estará liberado, su vida estará llena de gozo y tendrá una maravillosa libertad, de la que se ven privados los que creen poder liberarse ellos mismos.                                                                             –Juan Taulero-. Dominico
Nota.- A esto nos referíamos en la “Aclaración previa” de nuestro capítulo (I)

Ref.- La Biblia. MAGNIFICAT. J L, Soldado del reino de Dios y Antonio López Herrera