BUSCANDO ALCANZAR LA PAZ INTERIOR (IV)
Introducción
2ª etapa de “mi resurgir”
En este capítulo encontramos la importancia que para
nosotros tiene, junto a la fe y la oración, la Palabra de Dios. Cuando se produce la conjunción de estas tres grandiosas fuerzas,
ocurren maravillas como la que a continuación vamos a relatar.
-Habiendo hecho todo lo posible por asimilar lo que podía de lo que aquí
se había ido presentando -con el resultado contado en el capítulo anterior-, continué
haciendo las lecturas del día antes de salir de
casa, según tengo por
costumbre; pero un día, pidieron mi ayuda con tal urgencia que no pude
hacerlas, y me llevé el librito que habitualmente utilizo. Una vez atendido el
asunto urgente, y como pasaba por una Residencia de Mayores a la que acudo
siempre que viajo por allí, entré. Tienen una Capilla donde hago oración ante
el Sagrario.
-Pedí al Señor la ayuda que aún necesitaba, porque
aunque ya dormía y descansaba en su paz, no se apaciguaba mi interior, que
seguía en zozobra y agitación: (el “Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siempre agitado por las
tempestades”, de la
oración de San Agustín). Unido a ello, el temor ante los síntomas de mis males, que se
producían inesperadamente, con la consecuente preocupación por la limitación
que ello me suponía en el desarrollo de la misión de asistencia espiritual a
los hermanos mayores de las ocho Residencias que venimos atendiendo el equipo
de Pastoral misionera de la Parroquia.
Allí, ante el Sagrario, abrí el librito y la primera lectura
correspondiente a ese día era esta:
“Yo, el
Señor, tu Dios te agarro de la diestra y te digo: No temas, yo mismo te auxilio”.
(Isaías 41,13)
Me quedé,
primero atónito por la sorpresa y después, releyendo, y cada vez más convencido
de que era el Señor el que me hablaba desde el Sagrario a través de la
Escritura, me llené de alegría y estuve aún no sé el tiempo dándole gracias y sintiendo en todo mi ser cómo había
sido liberado de la situación tan negativa en que me encontraba. ¡Gracias,
Señor!. Gracias, Gracias, estuve repitiendo durante un tiempo.
-Me incorporé a
mis actividades notando en mi interior cómo se había iniciado aquel sosiego y tranquilidad
pedidos, y desechando con celeridad las tentaciones del enemigo
pretendiendo imponer de nuevo los recuerdos de las malas situaciones en un
intento de hacerme perder la confianza en Dios. Yo combatía “agarrándome” a la
promesa que el Señor me había hecho al hablarme desde el Sagrario. De esta
forma se fue haciendo fuerte mi interior sintiendo
SU auxilio, lo que me ha llevado a una paz y alegría para mí desconocidas
hasta ahora.
Por ello, al
sentirme tan bien, decidí aumentar mi trabajo con el equipo para seguir
buscando y dando a conocer esa paz interior ya sentida, pero sabiendo que aún quedaba mucho camino por
recorrer para conseguir consolidarla mediante una mayor entrega y
una confianza más total en Dios; como supongo que les ha ocurrido a los santos,
según encontramos en sus biografías.
-Las experiencias vividas y contadas en
estos dos últimos capítulos me han servido de tanto como para poder proclamar que
hoy estoy libre de todo lo que me atrapaba en la amargura y en el temor a no
poder salir de aquella terrible situación, y que por ello puedo decir: ¿”Quien puede igualar la Misericordia de
Dios, ni alcanzar su Poder”?. Y, también, como el Arcángel Miguel: ¿”Quién como Dios”?.
Como síntesis, hago mío el contenido del
salmo 17 que incluyo al final de este capítulo.
David
Comentario general
Cada uno, en su experiencia religiosa, puede ir comprobando la
importancia que tienen las lecturas que la Iglesia va presentando a diario
sobre el A.T., los Salmos y el N.T., junto a la ayuda que se
recibe de ello, y tanto más si al leerlas se meditan. Si
se puede hacer ante el Sagrario, mejor, porque así aumenta la posibilidad de
recibir la iluminación del Señor para entenderlas y su ayuda para asimilarlas.
Algo parecido puede
decirse respecto al Catecismo de la Iglesia Católica, Concilio Vaticano II y a
las enseñanzas y consejos contenidos en los escritos de autores consagrados.
Claro, para ello quizás haya que sacrificar algunas
“otras cosas” a las que tanto tiempo le dedicamos, y que cada uno sabemos cuales
son. Se trata de ir pasando -el que no lo haya hecho ya-, de una religiosidad
de “cumplimiento” a un tratar de vivir como verdaderos hijos de Dios.
Completamos todo lo que llevamos visto sobre la búsqueda
de la paz interior, añadiendo dos capítulos finales: “Cómo conseguirla” y “Cómo
mantenerla”.
Serie: “Salmos extractados”
SALMO 17
Me cercaban olas mortales, torrentes destructores
me aterraban,
me envolvían las redes del abismo, me alcanzaban
los lazos de la muerte.
En
el peligro invoqué al Señor, y me escuchó
En el peligro invoqué al Señor, grité a mi Dios:
Desde su templo él escuchó mi voz, y mi grito llegó
a sus oídos.
En el peligro invoqué al
Señor, y me escuchó
Serie:
“Flashes”
Aquel a quien el Señor libere
de sí mismo, éste estará liberado, su vida estará llena de gozo y tendrá una
maravillosa libertad, de la que se ven
privados los que creen poder liberarse ellos mismos. –Juan Taulero-.
Dominico
Nota.- A esto nos referíamos en la “Aclaración
previa” de nuestro capítulo (I)
Ref.- La
Biblia. MAGNIFICAT. J L, Soldado del reino de
Dios y Antonio López Herrera