jueves, 28 de junio de 2012

Formación : “Temas varios”- La Resurrección (III)


Introducción
Ha sido en los tiempos de oración en la capilla que aparece en la foto de abajo, donde se ha fraguado el esquema a seguir para el desarrollo de este capítulo. El orden de las imágenes (La Virgen con el Niño, Jesús crucificado y el Sagrario), sugirieron un recorrido completo para la Humanidad: Nacimiento, vida en la tierra, muerte y resurrección.
Inicio
Comenzamos este tercer capítulo sobre la resurrección planteando: ¿Qué habría ocurrido si Jesucristo no hubiera resucitado?.
«Si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación carece de sentido y vuestra fe lo mismo. Además, como testigos de Dios, resultamos unos embusteros, porque en nuestro testimonio le atribuimos falsamente haber resucitado a Cristo» -1 Co 15,14s-. Con estas palabras San Pablo resalta la importancia que tiene la fe en la resurrección de Jesucristo para el mensaje cristiano: es su fundamento. Ya lo advertimos en la Introducción del capítulo “La Resurrección (I)”, porque la fe cristiana se mantiene o cae con la verdad del testimonio de que Cristo ha resucitado de entre los muertos. Si se prescinde de esto, se podrían tomar de la tradición cristiana muchas ideas interesantes sobre Dios y el hombre -formando una especie de concepción religiosa del mundo-, pero la fe cristiana quedaría muerta. Jesucristo aparecería como una personalidad religiosa fallida, que acabó en la muerte y, para el mundo en su conjunto, y para nuestra existencia, nada hubiera cambiado acerca de nuestro destino último en la muerte.
Continuación
Hemos visto en los dos capítulos anteriores: “la resurrección como deseo-esperanza” y “la resurrección aparente”. En este tratamos al fin de la verdadera resurrección: la de Jesucristo
General: ¿en qué consiste?
Es cierto que la fe judía conocía la resurrección de los muertos, pero al final de los tiempos.
La resurrección de Jesús ha consistido en un romper ya las cadenas para ir hacia un tipo de vida totalmente nuevo, a una vida que no está sujeta a la ley del llegar a ser y de la muerte, sino que está más allá de eso; una vida que ha inaugurado una nueva dimensión de ser hombre. Una especie de «mutación decisiva», un salto cualitativo.
La de Jesucristo
Si la resurrección de Jesús no hubiera sido más que el milagro de un muerto revivido, significaría que era igual que las vistas en el capítulo anterior: la hija de Jairo (Mc 5,22-24.35-43), el joven de Naín (Lc 7,11-17), o la de Lázaro (Jn 11,1-44). Sólo con la verdadera resurrección de Jesús, ha sucedido algo nuevo que cambia el mundo y la situación del hombre.
Aclaración importante.- La muerte vence, cuando el cuerpo se descompone. Únicamente en el caso de no conocer la corrupción, estaba claro que no había quedado en la muerte, que en Él la vida había vencido efectivamente a la muerte. El sepulcro lo encuentran vacío.   
Consideración previa a los testimonios
La creencia judía en una vida nueva estaba unida al comienzo de un mundo nuevo, en el que habría un modo de vida también nuevo; pero todo ello referido al final de los tiempos. Por eso, la “anticipada” resurrección de Jesús resultaba incomprensible, de manera semejante a como había ocurrido con su muerte, al no entender lo de un Mesías crucificado.
Testimonios
De que el sepulcro estuviera vacío, los cuatro Evangelios hablan de ello ampliamente en sus relatos sobre la resurrección.
Los testimonios del Nuevo Testamento no dejan duda alguna de que en la «resurrección del Hijo del hombre» ha ocurrido algo completamente diferente. De esta forma encontramos explicables las resistencias a creer -incluso entre los discípulos-, en un primer momento. Ello requería leer la Escritura de un modo nuevo. Había que identificar ambos acontecimientos:      -cruz y resurrección- y entenderlos de un modo nuevo, para llegar así a la fe en Jesús como el Hijo de Dios.
Como consecuencia, para los discípulos la resurrección pasó a ser tan real como lo había sido la cruz. Después de tanto titubeo y asombro inicial, se rindieron simplemente ante la realidad: es realmente Él; vive y nos ha hablado, ha permitido que le toquemos, incluso ha comido pescado ante nosotros, aun cuando ya no pertenece a este mundo material. El impacto era indescriptible: por un lado, Él era completamente diferente, no un cadáver reanimado, sino alguien que vivía desde Dios de un modo nuevo y para siempre; y, al mismo tiempo, precisamente Él -aun sin pertenecer ya a nuestro mundo-, estaba presente de manera real, en su plena identidad. Se trataba de algo absolutamente sin igual, único. Así se explica la peculiaridad de los testimonios de la resurrección.
En la historia de todo lo que tiene vida, aún siendo trascendente, los comienzos han sido pequeños, pero llevan en sí la potencialidad infinita de Dios. (como ej: El reino de Dios y el grano de mostaza) -Mt 13,31s-. Así es como la resurrección ha entrado en el mundo: sólo a través de algunas apariciones misteriosas a unos elegidos.

Las apariciones
¿Cómo imaginarnos las apariciones del Resucitado -que no había vuelto a la vida humana habitual-, sino que había pasado a un nuevo modo de ser hombre?
Jesús ha de mostrarse para que los discípulos entiendan que no se trataba de ser fruto de la imaginación o la autosugestión, sino de que verdaderamente había vencido a la muerte.
-Jesús no es, como temieron en un primer momento los discípulos, un «fantasma», un «espíritu», sino que tiene «carne y huesos» (Lc 24,36-43).
-El Señor aparece como un hombre, como los otros hombres: camina con los discípulos de Emaús; deja que Tomás toque sus heridas; según Lucas, acepta incluso un trozo de pez asado para comer, para demostrar su verdadera corporeidad. Y, sin embargo, también según estos relatos, no es un hombre que simplemente ha vuelto a ser como era antes de la muerte. Llama la atención ante todo que los discípulos no lo reconozcan en un primer momento. Esto no sucede solamente con los dos de Emaús, sino también con María Magdalena y luego de nuevo junto al lago de Tiberíades.
Lo sabían desde dentro, pero no por el aspecto de lo que veían y presenciaban.
El modo de aparecer corresponde a esta dialéctica del reconocer y no reconocer. Jesús llega a través de las puertas cerradas, y de improviso se presenta en medio de ellos. Y, del mismo modo, desaparece de repente, como al final del encuentro en Emaús. Él es plenamente corpóreo. Y, sin embargo, no está sujeto a las leyes de la corporeidad, a las leyes del espacio y del tiempo. En esta sorprendente dialéctica entre verdadera corporeidad y libertad de las ataduras del cuerpo, se manifiesta la esencia peculiar, misteriosa, de la nueva existencia del Resucitado. En efecto, ambas cosas son verdad: Él es el mismo -un hombre de carne y hueso-, y es también el Nuevo, el que ha entrado en un género de existencia distinto.
Apunte.-Creemos que pueden ser una ayuda, para entender las misteriosas apariciones del Resucitado, las teofanías del Antiguo Testamento.- Cap (I) del Tema: Dios, de nuestro Blog-.
*Aparecer-hablar-comer juntos: éstas son las tres auto-manifestaciones del Resucitado, estrechamente relacionadas entre sí, con las cuales Él se revela como el Viviente.

Conversión de Pablo  -Hch 9-
-1ª Co 15,3-8-: Esta primera carta de Pablo a los corintios es una confesión-resumen de testimonios sobre la resurrección: «3) Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; 4) que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; 5) que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce. 6) Después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía. 7) Después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; 8) Por último, como a un aborto, se apareció también a mí».

Dejamos para ver en el próximo capítulo las consecuencias de la resurrección de Jesucristo y, también, sobre las objeciones a la misma

Serie: “Salmos extractados”
62  SALMO DE LA PIEDRECTTA  BLANCA
En Dios sólo descansa mi alma; de Él viene mi esperanza. Sólo Él es mi Roca, mi salvación, mi ciudadela y mi fuerza.  
Serie: “Flashes”
La vida no se mide por la muerte que la acecha, sino por la resurrección de Cristo, de la que todos estamos llamados a participar.
”Oración personal”
Señor mío Jesucristo: “aún sin resurrección valía la pena haberte conocido: por la luz, amor y sentido que has dado a mi vida”. -J.L.-

Ref.- La Biblia. Joseph Ratzinger. Mn. Eduardo Vivas Llorens. J L, Soldado del reino de Dios