CAPÍTULO (VIII)
Presentación
“Huellas en el camino espiritual” (2)
Continuamos con
nuestro propósito, ya anunciado en el capítulo anterior, de conocer y
aprovechar las enseñanzas y experiencias de aquellos cristianos que tan bien
supieron caminar por este mundo terrenal, buscando alcanzar el reino de Dios.
Ahora en éste y otros posibles capítulos, trataremos de las huellas que nos han
dejado:
Los Padres del desierto
Introducción
Como
“portada” comenzamos refiriéndonos a las tres personas que “brillan” sobre
todos los demás como “precursores” en el desierto. Nos referimos, en orden
cronológico, al Profeta Elías; a Juan el Bautista; y a Jesús, en la etapa
inmediatamente posterior a su bautismo. De ellos tenemos suficientes
referencias en la Biblia, por ello, sólo damos una síntesis. Elías, que caminó 40 días por el desierto hasta
el monte Horeb, donde se produjo su experiencia de Dios. -1 Re 19-.
Juan nace para dar testimonio, y en él reconocemos que cada uno debe mostrar
en su vida el signo de Dios. Él lo hizo retirándose al silencio del desierto
para ser la voz de la Palabra.
En cuanto
a Jesús, fue llevado por el Espíritu
Santo al desierto, para ser allí tentado por el Diablo. Ayunó durante cuarenta
días, y del combate salió Jesucristo vencedor. –Mt 4, 1-11-
Preámbulo
Habiendo hablado en el capítulo anterior de
los “Padres apostólicos” (siglos I y II) pasamos a tratar de los “Padres del
desierto” con el siguiente preámbulo:
Las primeras noticias
que tenemos de esta forma de vida nos las proporcionan San Atanasio y San
Jerónimo, en sus escritos sobre los monjes de los desiertos de Egipto. El
monacato cristiano nació en la segunda mitad del siglo III en Egipto como anacoretismo.
Podemos conocer de
los padres del desierto cómo vivieron en las soledades para encontrarse con
Dios en el silencio y, también, sus sencillas pero profundas experiencias
camino a la perfección cristiana. Los hombres -monjes y místicos radicales eran
llamados ABBA y las mujeres que
también se internaron en el desierto, eran llamadas AMMA-.
-Para la Iglesia han supuesto una auténtica “cantera” de santidad.
La sabiduría del
desierto
Cómo vivieron
El cristianismo, que finalmente había salido del anonimato
social de las catacumbas, se acomodó rápidamente a la sociedad pagana por la
que ahora se extendía. El estilo de vida evangélico se iba desvirtuando. Como
reacción a todo esto, surge un modo de vida austero y solitario. Un buen número
de hombres y mujeres acuden a los desiertos de Egipto, Palestina, Arabia y
Persia para vivir su fe más radicalmente. Alejándose de un mundo que los
absorbe y los separa de Dios, buscan un lugar tranquilo donde encontrarse a
solas con el Absoluto de sus vidas. En sus muchas horas de silencio y
meditación aprendieron una sabiduría que en modo alguno resulta hoy desfasada.
Al no estar sometidos a una única regla fija, fueron
apareciendo distintas formas de vida:
-Anacorética
y eremítica en los desiertos de
Judea y Siria;
-En Asia Menor,
Eustacio, obispo de Sebaste (380) promueve la vida cenobítica.
-Aparecen las lauras en Jerusalén, que son una fusión de la vida eremítica y
cenobítica.
-En la segunda
mitad del siglo IV, vida anacorética y eremítica en Edesa (Siria nororiental);
ahí estuvieron San Juan Crisóstomo y San Jerónimo.
-
Más tarde aparecen otros tipos de vida monacal:
-Los sarabaitas: vivían dos o tres en la
misma celda; los giróvagos: iban vagando
de una comunidad a otra; los reclusos:
se hacían emparedar vivos en celdas muy estrechas, de por vida; los estilitas: como San Simón, que vivió
treinta años, cerca de Antioquía, encima de una columna.
Vivieron en chozas,cabañas,grutas,cuevas,lauras
(en pág siguiente) y al fin en Monasterios.
Desarrollo
En poco tiempo el tipo de vida de unos pocos
sorprende y atrae, acercándose muchos discípulos cuyo problema era cómo aprender a vivir según el Evangelio. El recién llegado
(novicio) debía convertirse en discípulo de un “anciano”, llamado así no tanto
por su edad sino por su experiencia en el combate espiritual, lo que le había
hecho posible discernir entre lo auténtico y lo aparente. Con este “anciano”
debía compartir su vida en todo momento sometiéndose a él, abriéndole su alma y
su corazón, manifestándole todos los pensamientos que en él se agitaban. Por
este camino el discípulo se “vaciaba” del hombre viejo y de todo egoísmo que le
hubiera impedido recibir los dones del Espíritu Santo. Aprendía a leer la
Escritura y por ella a iluminar su camino. Así se convertía en un “hombre
espiritual” que como fruto maduro se desprendía del “anciano” para también él
comunicar su conocimiento a otro principiante. La palabra pronunciada por el
“anciano” al discípulo era carismática,
por ser pronunciada por un “hombre espiritual” y por ser un fruto de la
presencia del Espíritu Santo, lo que
producía un resultado en el discípulo si éste la solicitaba con fe y profundo
deseo de extraer de ella un beneficio espiritual. Esa palabra es llamada “apotegma”.
Síntesis de su doctrina
ascética
1.- Desprendimiento de
todo lo material hasta vivir en la pobreza
2.- El combate espiritual,
concibiendo la vida cristiana como tal: contra los vicios y contra el demonio,
con sus tentaciones, obsesiones e ilusiones.
3.- Las armas para ese
combate: Oración, trabajo y ayuno. La oración era su obligación fundamental, ya
que habían elegido el desierto y la soledad para el trato continuo con Dios.
4.-Fortalecidos por la
lucha, contra sí mismos y contra el demonio, llegaban a la “apatheia” o dominio de sí mismo y paz
espiritual.
OBSERVACIÓN
-Las obras que se encuentran sobre este tema
siempre hacen referencia a los “Apotegmas”, con relatos en los que aparecen incrustados
como dichos breves y sentenciosos,
que generalmente tienen celebridad por haberlos proferido o escrito algún
hombre o mujer ilustre de los ermitaños y monjes del desierto; pero, aunque sin duda son relatos de gran
interés, resultan largos para el estilo más breve de nuestros trabajos, por ello,
hemos dado prioridad a sus “Dichos” y, por la misma razón de brevedad, aparecen
en cada capítulo sólo unos pocos de ellos y únicamente de algunos de los numerosísimos
personajes que componen el conjunto de “Padres del desierto”. Creemos que, al no pretender
escribir otra historia más sobre ellos, son suficientes para conocer el estilo
de vida de aquellos que buscaban su salvación eterna.
Dichos de los Padres del
desierto del siglo III al VI
San Antonio Abad
Biografía
San Antonio o
Antón Abad (Heracleópolis Magna, Egipto, 251 – † Monte Colzim, Egipto, 356) fue
un monje cristiano, fundador del movimiento eremítico. Por la obra de San
Atanasio se sabe que abandonó sus bienes para llevar una existencia de ermitaño.
Después
de veinte años de soledad, San Antonio reúne a sus discípulos y se forma la
primera comunidad de anacoretas sin regla. Así aparece la primera forma de vida
común; él, permaneciendo eremita, y atendiendo
varias comunidades monacales en Egipto. Alcanzó los 105 años de edad.
Dichos
-“Conviene
pues saber que existen tres clases de movimientos carnales. Unos, de la
naturaleza; otros, de la abundancia en el comer; los terceros, del demonio”.
-“Vi
tendidas sobre la Tierra todas las redes del Maligno, y dije gimiendo:- ¿quién
podrá escapar de ellas?. Y oí una voz que me dijo: La humildad”.
-“El que permanece en el Desierto para guardar el
sosiego de Dios, está libre de tres guerras: la del oír, la del ver y la del
hablar”. No le queda más que el combate del corazón”.
-“Lo mismo que para
no morir en tierra el pez vuelve al mar, nosotros debemos volver a nuestra celda, no sea que remoloneando
fuera, olvidemos la guarda de lo de dentro”.
-“He estado catorce años en Scitia, pidiendo día y noche al
Señor que me diese fuerza para vencer la ira”.
-El abad
Pambo preguntó al abad Antonio: ¿Qué debo hacer?. El anciano contestó: “No
confíes en tu justicia; no te lamentes del pasado y domina tu lengua y tu gula”.
San Macario el
Grande
Biografía
Santo Eremita
egipcio llamado "Macario el viejo", "Macario el grande" o
"Macario de Egipto".
Originario del alto Egipto, a la edad de 30 años es miembro de una colonia monástica al oeste del delta del Nilo, en el lugar llamado Deir Abu Makar. Discípulo de San Antonio, remarcado por una santidad precoz, por la cual se le apodaba el «joven anciano».
Originario del alto Egipto, a la edad de 30 años es miembro de una colonia monástica al oeste del delta del Nilo, en el lugar llamado Deir Abu Makar. Discípulo de San Antonio, remarcado por una santidad precoz, por la cual se le apodaba el «joven anciano».
Sacerdote a los
40 años, poseía los dones de sanación y de profecía. Opositor firme de la
herejía arriana, fue exiliado hacia el 374 a una isla del Nilo. Regresó, sin
embargo al desierto para allí terminar sus días a la edad de 90 años, hacia el
año 391.
Se celebra su
fiesta el 15 de enero.
Dichos
-Acostumbraba
decir: “En la oración no hace falta decir muchas cosas ni emplear palabras
escogidas: Basta con repetir sinceramente: Señor,
dame las gracias que tu sabes que necesito”. O bien: “Dios mío, ayúdame”.
-“Sólo muriendo
para el mundo y para ti mismo, podrás empezar a servir a Cristo”.
-“Está pronto a
recibir de la mano de Dios la pobreza, tan alegremente como la abundancia; así
dominarás las pasiones y vencerás al demonio”.
-“El ayuno
resulta agradable cuando otros lo ven, pero es muy duro cuando está oculto a
las miradas de los hombres”.
-“Dejemos que
nuestros ojos derramen ríos de lágrimas en esta vida, para que no vayamos al
sitio en que las lágrimas alimentan el fuego de la tortura”.
-Macario fue
llamado por Dios a los noventa años, después de haber pasado sesenta en el
desierto de Scete.
Se le atribuyen
50 homilías.
AMMA Sara del desierto
Biografía
Una de las
primeras madres del desierto. (Siglo IV). Se la conoce
como la imitadora de Abba Antonio (San Antonio de Egipto). Fue
una ermitaña y siguió una vida dedicada al estricto ascetismo unos 60 años en una celda próxima al río Nilo, en Scete, cercana a Alejandría.
Viviendo cerca del Nilo, jamás salió de su celda para recrearse mirándolo.
Parece que murió con ochenta años de edad en el año 370. Es venerada
como santa tanto en Oriente como en Occidente.
Dichos
1) Mi naturaleza es de mujer, pero el espíritu
no tiene sexo.
2) Si quisiera que todo el mundo alabara mi
conducta tendría que arrodillarme en la puerta de todas las celdas, pero lo que
yo quiero es mantener el corazón LIBRE
para Dios.
3) Tenemos que hacer buenas obras, pero no para ser alabados por los
demás, sino para gustar a Dios.
4) Puse mi pie para subir la escalera y pongo la muerte ante mis ojos
antes de ir a por ella.
5) El ayuno adelgaza el cuerpo pero las vigilias agotan la carne más
que el ayuno.
6) Nada humilla más al alma que la escasez de pan y de agua. Por lo
tanto, si en un monasterio no se restringe el estómago con hambre y sed, los
monjes no pueden librarse de los malos pensamientos.
Persecución
Lucio. Obispo arriano –negación de la
naturaleza divina de Jesús-, que había usurpado la sede de Alejandría, envió
tropas al desierto para que dispersaran a los piadosos monjes, algunos de los
cuales sellaron con su sangre el testimonio de su fe. Principales ascetas como
Isidoro, Pambo, los dos Macarios y algunos otros, fueron desterrados a una
pequeña isla del delta del Nilo.
Ref.- Distintas fuentes. J L, Soldado del reino de Dios y Antonio López
Herrera