martes, 26 de marzo de 2013

“Temas varios”- La Paz interior



BUSCANDO ALCANZAR LA PAZ INTERIOR (III)
Introducción
En los dos capítulos anteriores tratamos de la Fe porque como dice San Agustín:” Si la fe falta, la oración es imposible”. En cuanto a la Oración ya publicamos en su momento 14 capítulos que pueden encontrarse en el blog principal y que constituyen un “todo” sobre la oración. Sin embargo en este capítulo nos referimos a lo ocurrido con la oración particular empleada de una manera especial por la persona de nuestro equipo a cuya experiencia venimos refiriéndonos. Él mismo nos lo cuenta:
“Habiéndome encontrado en una etapa de mi vida con unos sufrimientos que me superaron y que me quitaron la paz e incluso el sueño -al prolongarse-, llegué a un estado de agotamiento y confusión de tal magnitud que ni siquiera tenia claridad para saber pedir ni hacer oración concreta; por ello, en mi angustia, grité desesperado al Señor quien me ofreció su ayuda haciendo que, como primer paso, encontrase una oración que a Él le había dirigido san Agustín, cuando seguramente atravesaba una situación de necesidad similar a la mía”.

La oración es esta:
¡Señor, sálvanos!
“Dios mío, mi corazón es como un ancho mar siem­pre agitado por las tempestades: haz que encuentre en ti la paz y el descanso. Tú has increpado a los vien­tos y a la mar para que se calmaran, y a tu voz se han apaciguado; ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tran­quilidad, para que pueda poseerte, a ti mi único bien, y pueda contemplarte, dulce luz de mis ojos, sin tur­bación ni oscuridad. Oh Dios mío, que mi alma, libre de los pensamientos tumultuosos de este mundo, se “esconda a la sombra de tus alas”. Que encuentre junto a ti un lugar de refrigerio y de paz, y toda transportada de gozo pueda cantar: Ahora puedo dormir y descansar en tu paz.
Que ella descanse, te lo pido, Dios mío, que ella des­canse del recuerdo de todo aquello que está debajo del cielo, despierta sólo para ti, como está escrito: Yo duermo, pero mi corazón vela. Mi alma no puede gozar de paz y seguridad, Dios mío, sí no es bajo la protección de tus alas. Que ella permanezca, pues, eter­namente en ti y sea abrasada con tu fuego. Que ele­vándose por encima de sí misma, te contemple y cante gozosamente tus alabanzas. Que en medio de las tur­baciones que me agitan, tus dones sean mí dulce con­solación, hasta que venga a ti, oh tú, la verdadera paz”.
   – San Agustín –
La primera etapa de mi “resurgir” -de la segunda hablaremos en el próximo capítulo-,consistió en comenzar a hacer esta oración; pero como me resultaba muy larga y perdía la fuerza de la concreción que yo necesitaba, empecé a simplificarla, escogiendo determinados pasajes que sí coincidían con mi necesidad, y con ellos me fui dirigiendo repetida e insistentemente al Señor  -al anochecer de bastantes días-, en varias etapas: () “Dios mío: haz que encuentre en ti la paz y el descanso”.  
Cuando comencé a notar cierta mejoría, insistí incorporando a ella esta (): ven a poner paz en las agitaciones de mi corazón, a fin de que todo en mí sea sosiego y tran­quilidad” . Así lo hice durante otros tantos días, y al ir notando su efecto… añadí esta (): Que pueda cantar: Ahora puedo dormir y descansar en tu paz”.
Finalmente obtuve la liberación que me proporcionaba su ayuda: “poder dormir y descansar en SU paz”. Así ocurrió y así se mantiene, hasta el extremo de que he tenido que volver a utilizar el despertador para poder atender a mis obligaciones matutinas.
Naturalmente, esta experiencia ha hecho aumentar mi confianza en el poder de la oración, a la vez que ha consolidado mi fe en el Señor. Por ello, propuse al equipo de redacción que considerase la conveniencia de publicarla, en la creencia de que aunque se trate de una experiencia personal pudiera ser de interés para otras personas, ya que la vida nos enseña que ninguno estamos libres de “baches” como este, del que puede salirse con tan buenos resultados.
Serie: “Flashes”
Se reza como se vive. Por eso San Agustín, un hombre apasionado, hizo de su oración un encuentro de amor, y por la experiencia vivida y contada en este capítulo se puede decir que “creó escuela”, válida totalmente para hoy día.
Serie: “Salmos extractados”
91  SALMO DE LA ENTEREZA
Bajo las alas protectoras de Dios tengo mi fortaleza. Aunque caigan mil a un lado y diez mil al otro, a mí no me alcanzarán, pues Él es mi escudo.
 Ver la advertencia que ya hicimos para esta sección en el Tema Dios, Capítulo (I)
Ref.- La Biblia. MAGNIFICAT. J L. Soldado del reino de Dios y Antonio López Herrera.