martes, 30 de octubre de 2012

Formación - “Temas varios”- La Resurrección (VII)




TRES SACRAMENTOS RELACIONADOS CON LA RESURRECCIÓN
Introducción
Terminamos el Tema de “La Resurrección”, haciéndolo con unas breves referencias a tres Sacramentos cuyos contenidos están directamente relacionados con el mismo. No publicamos el desarrollo completo de esos sacramentos por considerar que ello puede encontrarse en otros tipos de publicaciones, como ejemplo: en el aconsejado “Catecismo de la Iglesia Católica”.  
¿Por qué estos tres sacramentos?
Porque claramente se dan en ellos las constantes que forman el ciclo de la resurrección: Vida, Muerte y Nueva vida.
BAUTISMO
Razón de ser de este Sacramento
Al enviar Dios Padre a su Hijo -el Verbo hecho Hombre, aquí a la tierra-, quiso constituirnos también a nosotros en hijos suyos -Jn 3, 16-17-. Y para hacernos hijos, evidentemente tenía que darnos su propia vida, la vida interna que brota del Padre.
Pero esta participación en la vida divina no nace “de la sangre, ni del deseo de carne, ni de deseo de hombre, sino de Dios” -Jn 1, 13-, así mismo: “Es necesario nacer de lo alto -nacer de Dios-, para hacerse hijos de Dios” -Jn 1, 12; Ga 3, 26-. Es decir: hay que nacer de nuevo -Jn 3,3-.
El Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación -Jn 3, 5-.
Así se lo que explica Jesús a Nicodemo,hablándole del nacer del agua y del Espíritu –Jn 3,7-8-.

¿Por qué se bautiza con agua?
Desde el origen del mundo, el agua, es la fuente de la vida y de la fecundidad. La Sagrada Escritura -Gn 1, 2-, dice que el Espíritu de Dios “se cernía” sobre ella. Esta significación es la que vemos utilizó nuestro Señor Jesucristo, dando valor al Bautismo.
¿Qué ocurre en el que se bautiza?
Surge una nueva vida, pero no orgánica, biológica, -ésta ya la recibimos de nuestros padres-, sino vida sobrenatural. ¿Cómo ocurre?
Así como en la vida natural se procede de padre y madre, y ambos juntos reproducen un hijo, de modo semejante un hijo de Dios nace del agua -elemento natural- y del Espíritu Santo, en el cual hay la vitalidad interna de la Santísima Trinidad. Aún más claro: El agua -elemento femenino-, penetrada del Espíritu Santo -elemento masculino fecundante-, produce en nosotros una nueva vida; que no es carnal, sino espiritual. Así es como, por el Bautismo,        -primera infusión en nosotros de la vida divina- nacemos como hijos de Dios.
“El Bautismo no solamente purifica de todos los pecados -incluido el pecado original-, hace también del neófito una nueva creación -2 Co 5, 17-, un hijo adoptivo de Dios -Gal 4, 5-7-, que ha sido hecho partícipe de la naturaleza divina -2 Pd 1, 4-, miembro de Cristo -1Co 6, 15;    12, 27-, coheredero con Él -Rm 8, 17- y templo del Espíritu Santo -1Co 6, 19-”.
El Bautismo incorpora a la Iglesia, con lo que se puede recibir los sacramentos, ser alimentado con la palabra de Dios y ser sostenido por los otros auxilios espirituales de la Iglesia.
San Pedro declara a la multitud: “Convertíos y que cada uno de vosotros se haga bautizar en el nombre de Jesucristo, para remisión de vuestros pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo” -Hch 2, 38-
Y san Pablo, sabiendo que el Bautismo, además de quitar el pecado y darnos el don del Espíritu Santo, es también el tipo y expresión de la Pasión de Cristo añade: ¿No sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo, hemos sido bautizados en su muerte? Pues hemos sido sepultados en la muerte con Él, por medio del Bautismo. Por eso insistía clamando: “Si hemos sido hechos participantes por semejanza de su muerte, también lo seremos de su resurrección”. –Rm 6, 3-5-



Proceso
“introducir dentro del agua”, simboliza el acto de sepultar en la muerte de Cristo al catecúmeno -muriendo al pecado-, de donde sale -una nueva criatura- formando parte, en Cristo Jesús, de la nueva creación. -2 Co 5, 17; Gal 6, 15-.
De esta forma se produce la siguiente transformación: desde aparecer en este mundo como “criatura” de Dios, a ser “hijo” de Dios, quedando marcado por un sello ya indeleble            de su pertenencia a Cristo, -carácter- que permanece en su interior con independencia de la vida futura que lleve.
Sobre la Fe y el Bautismo
El Bautismo es el sacramento de la fe. La fe que se requiere para el Bautismo no es una fe perfecta y madura, sino un comienzo que está llamado a desarrollarse en la fe de la Iglesia.
La primera disposición de un alma frente a la Revelación que se le hace del plan divino de nuestra adopción en Jesucristo es la fe.
Pero la fe sola no basta, Cristo añade -como condición de incorporación a su Reino-, la recepción del Bautismo: “El que creyere y se bautizase se salvará” -Mc 16, 16- . Estas aguas santifican; dice Jesús: El agua que yo le dé, se convertirá en él en fuente  de agua que brota para la vida eterna -Jn 4, 10-14-. Este sacramento, pues, es la condición de nuestra incorporación a Cristo.
Serie: “Salmos extractados”
68 SALMO DE LA ESPERANZA
Dios es el Padre de los huérfanos y el amparo de las viudas y el socorro del necesitado. Cuando saliste al frente de tu pueblo la tierra tembló y los cielos se derretían.
Serie: “Flashes”
Antes de que llegara Jesús, Juan predicó a todo Israel un bautismo de conversión.

Ref.- La Biblia. Catecismo de la Iglesia Católica. Mn. Eduardo Vivas Llorens. J L, Soldado del reino de Dios